A lo largo de este último año he estado leyendo un libro llamado El poder del ahora, de Eckhart Tolle. En él, el autor nos explica que es importante vivir la vida en este momento, no tener los ojos puestos en el pasado ni en el futuro. Llegar a vivir cada momento es un sinónimo de alcanzar la iluminación, cosa que he intentado pero al poco tiempo de centrarme en el ahora, mi mente decide dar un viaje por mis recuerdos.
Escribo hoy este artículo porque con los últimos acontecimientos que me han sucedido, estoy creando un mar de posibles "y si hubiera..." o regresando una y otra vez al pasado. Y lo peor de todo es que me estoy perjudicando a mi mismo; no puedo engañarme con escenas ficticias ni sufrir regresando al pasado. Sin embargo lo hago, o más bien todos lo hacemos, causándonos un daño inconsciente y negando la vida, que es ahora. Realmente pensar se ha vuelto en una grave enfermedad, como explica Tolle.
Mañana tengo examen y no puedo concentrarme a causa de la agitación que hay en mi mente. Por eso quiero aprender a aprovechar al máximo el momento presente, disfrutar todos los jugos que puede ofrecerme la vida. Esto también forma una parte importante del cambio urgente que necesito, pues aunque tenga novia, más amigos, más recursos..., si no cambio los prejuicios de mi mente, si no domino a mi mente, estos cambios solo serán arañazos superficiales en mi vida. Hagamos una cosa, la siguiente vez que veamos a un chic@ guapo paseando cerca de nosotros, hablemos con el/ella. No creemos películas mentales de la buena pareja que podíamos acabar siendo para centrarnos en la buena pareja que podemos ser en este momento. La próxima vez que veamos un amanecer o un mirlo cantando por la mañana, disfrutemos plenamente del momento.
En los tiempos que corren todo va muy rápido, la gente parece tener demasiada prisa para fijarse en las sencilleces que forman la vida. Cojamos un buen trago de aire fresco en las mañanas invernales. Disfrutemos. Cambiemos. Carpe Diem.
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