domingo, 17 de julio de 2016

La razón por la que estoy aquí

Realmente estoy planteándome por qué sigo escribiendo artículos aquí: ya ha habido varias veces que lo he dejado de lado y no he escrito nada durante meses. También sé que no soy nada famoso en Internet y dudo mucho de que haya un solo lector que procure seguirme constantemente. Supongo que la mayoría de las visitas (de las pocas visitas que tengo) será de gente que encontrará este blog aleatoriamente y tras unos segundos saldrá. El interés se refleja en los comentarios que han dejado mis cuantiosos fieles tras 32 artículos escritos hasta el presente día: 0.

Entonces, ¿qué me hace seguir aquí? Veréis creo que sé bastante bien la respuesta. No es por la fama ni por el dinero (pues claro que no, jamás he pretendido conseguir un solo céntimo con ésto). Quizá es un poco para desahogarme de la presión que me suele producir esta sociedad a veces tan injusta y cruel. Camino por las calles en plena noche, en una gran ciudad un sábado fiestero; veo tíos aparentemente bastante inferiores a mí intelectualmente, culturalmente e incluso físicamente que se están besando con una chica guapísima y siento una gran necesidad de quemar las malditas calles hasta los cimientos, abrir a la pareja en canal y nutrirme de sus senos, ¡oh dulce canibalismo, déjame saborear los glóbulos rojos de tus manjares! Sin embargo esta sociedad opresiva tiene la tonta costumbre de castigar a los que rajan de arriba a abajo a una persona para comerse sus entrañas, por ello me intento desahogar escribiendo por Internet semejante mierda como la que acabo de escribir unas líneas arriba.

El Estado condena que nosotros, la gente anormal, se desahogue comiendo otras personas, sin embargo para el Estado es mucho peor desahogarnos escribiendo por Internet. Según ellos si tenemos algún problema debemos solucionarlo comprando productos que nos hagan sentir bien por un breve período de tiempo, en lugar de escribiendo: que es gratis y además que podemos apartar a las personas de sus garras. Al menos comerte a otro da algunos beneficios por ejemplo la pasta que se dejan tus padres en comprar unas pastillas que curen a su hijo gilipollas de ir por la calle mordiendo a la gente.

Sin embargo la principal razón por la que continuo publicando estos apuntes es que así de cierto modo, quizás un poco cutre pero que no deja de ser un modo, me obligo a vivir más experiencias dignas de ser contadas en este blog; me pongo como meta aprovechar el día lo máximo posible realizando nuevas aventuras o intentando seguir ese sueño fugaz que rápidamente se escapa de mis manos. Debo cambiar, volverme más fuerte, vivir más el momento, intentar pintar un cuadro, escribir un libro, hace parapente, recibir calabazas de una top model rusa, romperme un diente intentado aprender muay thai o hacer el indio en la plaza central de mi pueblo. Eso es lo que mantiene vivo este pedazo de mi historia.

En conclusión, para los hijos de puta que lean esta entrada: que sepáis que la razón por la que continúe aquí a pesar de tener cara de gilipollas no es por vosotros, es únicamente por mí mismo, para llegar a ser alguien mejor, subiendo cada día un poquito más.


domingo, 10 de julio de 2016

La mesa de piedra

Me dije a mí mismo que este verano sería diferente a los demás, sería especial, aprovecharía todos los días para vivir una nueva experiencia, para hacer algo que me entusiasmara. No está siendo así del todo. Hoy por ejemplo he pasado la mayor parte del día desaprovechando el tiempo: he hecho muy pocas cosas. Sin embargo a las 20:15 he decidido salir a correr, un poco de mala gana. Y ha sucedido algo especial.

Veréis, ayer estábamos hablando algunos amigos en la calle por la noche cuando miré al cielo y dije algo de que me gustaría subir a una montaña y ver las estrellas (las luces no lo permiten). Entonces un amigo me dijo un buen sitio para hacerlo que denominó "la mesa de piedra". Todo muy normal pero, en esa misma noche, cuando dormía he soñado con eso. No recuerdo dónde estaba, tampoco quien me lo dijo; solo recuerdo la frase: "busca la mesa de piedra".

Justo cuando me he empezado a correr, me ha venido a la cabeza este sueño. El caso es que no estaba corriendo el lugar donde está realmente, sino por otra ruta alternativa que ya había recorrido. En el momento en el que la recorrí por primera vez, me llamó mucho la atención la gran cantidad de conejos que huían velozmente cuando me acercaba. También me que asombrado al ver a una rabosa en lo alto de una montaña: nunca antes había visto una y son muy escasas donde vivo.

Pues bien al empezar a recorrer el camino, han aparecido los conejos justo como en la primera vez. Y al continuar la he encontrado: la mesa de piedra. Aunque era simplemente tres bloques de piedra en el suelo sujetando a una enorme piedra que supongo estaría en una montaña cercana, me ha extrañado mucho. Es como si se hubiera cumplido el sueño, parecía un maldito milagro. Claro que desde un punto de vista más racional, el hecho de tener en mi subconsciente la mesa de piedra, quizás ha contribuido en gran modo a que me fijara en ella. Quizás no es nada espectacular, únicamente una pequeña coincidencia. Simplemente la primera vez que recorrí el camino no me fijé en ese pequeño detalle.

Regresando a casa estaba pensando en este asunto, reflexionando sobre los sueños, los milagros y las coincidencias, preguntándome si escribir esto en el blog cuando he visto el perfil de la rabosa de mi primer viaje. Quizás sea solo una coincidencia, o puede que los humanos llamemos a esas coincidencias que nos llaman tanto la atención milagros. No lo sé, pero lo importante es que me alegro de haber salido de mi casa, de haber vivido esta experiencia. Las experiencias están llenas de cosas maravillosas que merece la pena probar por eso debo tomarme más enserio el vivir cada día de forma especial, ver con mis ojos más milagros y poder contároslo a todos vosotros. Nos vemos pronto.


sábado, 9 de julio de 2016

Dinero

Estaba pensando que el dinero no es tan importante para ser feliz, pero realmente sí tiene un papel que jugar en esta aventura que es la vida. Busco en Internet experiencias increíbles y todas ellas tienen un precio: paracaidismo 100€, rafting 20€, noche en una cabaña construida en un árbol de un parque natural: 200€, sexo con una mujer: 50€ (el precio incluye las mentiras para hacerte sentir bien como “qué pene más grande tienes” o “me encanta que un gordo asqueroso se siente encima de mío”).

Una experiencia que estoy viviendo ahora mismo es un curso sobre drones (60€). Estos robots son realmente útiles y tienen un gran número aplicaciones: espiar a tu vecina, espiar a la hija de la vecina, espiar a la pareja de perros fornicando de tu vecina. Estoy enfermo. Por supuesto los drones no son baratos, lo que no sienta bien al bolsillo del aficionado a estas máquinas pervertidas voladoras, pues se rompen al mínimo roce. O al ser golpeados con una piedra por tu vecina enfurecida.

Es en este entorno capitalista donde muchas personas aspiran a llegar más lejos en el terreno económico: a tener trabajadores a su disposición, a vestir con un traje Armani de 5000€ o a hacerse necesario el comprar un Mercedes. Sin embargo se olvidan de los pequeños placeres de la vida, de caminar sin prisas simplemente por tu propio gozo, de ver un amanecer o de respirar profundamente en medio de ninguna parte. Es entonces cuando les criticamos, les decimos que el dinero les ha cambiado, que el egoísmo les ha atado de manos y pies. Y sin embargo somos nosotros quienes se los permitimos, quienes compramos esas zapatillas producidas por trabajadores explotados en Vietnam, quienes compramos sus productos sin necesitarlos para nada.
Por ello yo quiero, como todo el mundo, vivir una vida ganando lo suficiente para no tener que preocuparme de mis números en la cuenta bancaria cuando tengo que pagar una experiencia alucinante. Pero siempre llevando cuidado de no trabajar demasiado, de no hacer lo que me gusta, de no pasar el tiempo suficiente con mis amigos, de no leer ese libro tan bueno que llega a mis manos (que bajo ilegalmente en Internet).


El dinero es importante pero más importante es recordar que simplemente es una herramienta para alcanzar nuestro propósito, el de todas las personas: la felicidad.



(En la foto se muestra una sencilla planificación mediante post-its con la que puedes administrar mejor el dinero para las experiencias increíbles)

jueves, 7 de julio de 2016

El mundo está jodido

Soy un joven estudiante de 19 años y escribo un libro, lo que es algo anormal en un chico de mi edad. Hoy en día podemos considerar cosas normales de gente de mi edad el estar conectado en todo momento e informar a los demás las cosas de mierda que están haciendo en sus monótonas vidas (y hablando de mierda: no le acabo de ver el sentido a twittear: “Cagando”, me parece algo desagradable). Más cosas normales: vestir a la moda que se traduce en llevar unas camisetas con estampados de hojas de marihuana (algunos chavales más pequeños llevan de hojas de palmera, me pregunto si realmente sabrán que son diferentes), llevar gorras con la talla sin quitar: ¡mira mira que pedazo de cráneo tengo nena!, o ponerse unas zapatillas blancas feísimas que no sé de dónde mierda las sacan. La literatura ya no se considera una actividad normal para adolescentes a no ser que te pilles la biografía de Cristiano Ronaldo o el “libro troll” de ElRubius. Y esto es uno de los motivos que me impulsaron a escribir: si la maldita Belén Esteban saca un libro y se convierte en bestseller, imaginaos a qué nivel se debe elevar un libro escrito por alguien que no sea deficiente perdido.

Como ya habrás observado, la juventud de hoy en día está bien jodida. Estudio ingeniería por lo que estoy bastante al tanto de las nuevas tecnologías y aun así no comprendo qué le puede ver la gente de divertido a pasarse 5 horas diarias en el maldito Facebook. ¡Ni en mis mejores tiempos con el pokemon me viciaba tanto! Eso sí los cabrones de hoy adictos al móvil eran los hijos de puta del pasado que me decían friki por jugar a la consola.

Si nos alejamos de los jóvenes y nos centramos en las personas maduras, también podemos observar ciertos patrones. La mayoría de ellos viven resignados en un trabajo sin futuro. Le dan su vida a las multinacionales a cambio de 1500 euros al mes. Con ese dinero, si te sientes algo deprimido, puedes ir a un Corte Inglés y pillarte una televisión plasma, un frigorífico que mantiene los alimentos frescos más tiempo o una bicicleta estática que seguramente pronto dejarás de lado. Y así se crea la falsa ilusión de libertad, pues esos trastos los vas a tener que ir pagando y de este modo te atas cada vez más a un trabajo que te drena la vida. Es decir, las personas maduras también están jodidas.

No tienes que trabajar por siempre, solo la mayor parte de tu vida hasta que te jubiles. Es entonces cuando puedes hacer todo lo que desees, ya no tienes que mantener un horario laboral de 9 horas diarias y puedes empezar a disfrutar de la vida. Sin embargo, ahora estás viejo y sin fuerzas y no puedes hacer lo que antaño habrías deseado. Así que para mitigar el dolor, enciendes la televisión y pones el telediario o el fútbol, o simplemente te reúnes con tus colegas ancianos para quejarte de lo mal que está la juventud en la actualidad. Los ancianos también están jodidos.

El mundo entero está jodido, todos construyen sus propias mentiras, viven con demasiadas contradicciones. No me gusta, ¿hay algún modo de romper con esta trágica rutina? Yo viviré bajo mis propios ideales, sin tener que inclinarme ante nadie. Antepondré la libertad a la obligación, la diversión a la monotonía, la realidad a la fantasía. Yo definitivamente necesito un cambio drástico.

miércoles, 6 de julio de 2016

Hipocresía y contradicciones

La vida está vacía. Somos seres humanos: nacemos, nos reproducimos y morimos, entonces nuestros hijos pasan a ocupar nuestra posición en el tablero de la existencia. ¿Hay en este proceso básico que se ha dado por los siglos de los siglos algún lugar para que exista un propósito por el que vivir?
Así lo sostienen las religiones, las muchas religiones. Nos adoctrinan de distintas maneras, nos enseñan múltiples dioses y nos dicen que  el suyo es el único y verdadero dios, el cual debemos aceptar en nuestros corazones. La situación se complica aquí: ponen un montón de libros en la mesa y nos piden que cojamos uno, ¡y más vales que escojas bien si no deseas acabar con Lucifer! (o si lo deseas, hay personas satanistas).

Esa elección no te pertenece, por supuesto, pues ellos te dirigen la mano, o quizás tu educación, o tus prejuicios, o tus relaciones personales.  ¿Defiendes que lo has escogido tú conscientemente? Entonces porqué el número de practicantes de una religión está determinado por la cultura, la raza o el país al que pertenecemos. ¿Acaso dios es racista?

El hombre siempre ha buscado su sentido y las religiones se lo proporcionan. No es de extrañar, por lo tanto, que se cometan tantas locuras injustificadas en nombre de un dios. Recordad los buenos tiempos de la Inquisición, las fabulosas “guerras santas”. ¿No sabes absolutamente nada de historia? No te preocupes, solo comprueba la actualidad. Hoy mismo han anunciado que un suicida se ha hecho explotar junto a decenas de personas en un aeropuerto de Turquía. ¡Dios es grande!
Espeluznante, no hemos progresado nada. Los hombres necesitan que alguien les diga qué hacer, que les hagan sentirse útiles, que les den un propósito. Las religiones únicamente triunfan tanto porque se alimentan de la debilidad humana. Por eso yo odio las religiones.


Por cierto, estoy bautizado, comulgado y confirmado en la iglesia católica. Ya lo sé joder es muy contradictorio pero es que el mundo está lleno de contradicciones. Además he hecho un gran progreso intelectual desde que me confirmé. Por ejemplo antes cuando esperaba que el cura me diese el “cuerpo de Cristo” simplemente no pensaba en nada. Ahora seguramente pensaría en si en lugar de meterme en la boca el pedazo de pan, el cura estaría deseando meterme otra cosa. Sí, un gran progreso intelectual.

Tampoco todos los curas tienen que ser pedófilos que va, habrá algunos que en lugar de niños prefieran cabras. Supongo que la gran mayoría lo hará con las mujeres que se confiesan o con prostitutas, así como para purificarlas o bendecirlas o algo así (nota mental: nueva frase para ligar: habré la puerta y prepárate para la entrada del todopoderoso, guiño, guiño). Porque seamos sinceros, eso de mantener el celibato es una leyenda, no puede ser real, nadie puede tener tanta fuerza de voluntad. Es como el relato del paraíso con Adán y Eva, el arca de Noé o una chica que no desee un marido cachas y con dinero: un cuento chino.

Realmente los seres humanos son hipócritas: intentan mantener la paz con guerras, políticos corruptos levantando países progresistas, jueces comprados administrando justicia. Y a mí, que vivo en un mundo egocéntrico y espeluznante, con guerras y hambrunas, millones de niños en un estado precario y se me concede esta horrible contradicción: mi grotesco sentido del humor.